octubre 27, 2009

IMPORTANCIA DE UN PSICÓLOGO EDUCATIVO

Soy partidario de respetar las especialidades al interior de la psicología, y por lo tanto, me parece mejor una formación que prepare a los estudiantes para enfrentar problemas específicos que una que les de solo un perfil general. Aunque reconozco que en nuestro país la sobreespecialización puede ser entendida como un lujo, también es cierto que el conocimiento psicológico es demasiado complejo y específico como para que alguien pueda manejarlo todo con un nivel de competencia que pueda considerarse aceptable. La especialización es necesaria. Es en este contexto que quiero tocar un problema que me procupa sobremanera, y es el poco reconocimiento que hacen muchos psicólogos de los límites de su competencia. Como me interesa la educación pienso sobre todo en la escuela, en donde, lamentablemente, muchos de los psicólogos que conforman los departamentos psicopedagogicos no tienen las competencias necesarias para responder a las demandas que el sistema educativo les hace. Aunque dudé de discutir este tema en el blog, por miedo a que fuera de interés sólo para psicólogos, lo hago porque creo que tiene importantes aristas éticas, de perfil y responsabilidad profesional, y de relación del psicólogo con la escuela, y que puede interesar también a las instituciones educativas. Al grano. Tengo muy buenos amigos clínicos, muy competentes como profesionales y muy buenos seres humanos, y no quiero referirme en este artículo a nadie en particular. Más bien me interesa analizar un hecho fáctico: la mayoría de psicólogos escolares (los que trabajan en los colegios) vienen de la clínica, y es innegable que muchos estudiantes de esta especialidad entran a practicar y trabajar a la escuela. El debate sobre si esto es aceptable o no lo he tenido muchísimas veces con mis colegas de clínica, sin que hayamos llegado a ningún acuerdo. Muchos sostienen que donde hay seres humanos hay problemáticas que un clínico puede abordar, que las especialidades tal como las concebimos son obsoletas, y que el mercado (los colegios en este caso) piden a veces psicólogos clínicos, lo que evidencia una demanda a la que ellos deben responder. Yo sin embargo discrepo por varias razones, entre las que destacan que 1) La función del psicólogo en la escuela es muy distinta a la que puede cumplir un psicólogo clínico, quien por su formación no tiene ninguna herramienta para entender el proceso educativo, ni conoce los procesos psicológicos que subyacen a las asignaturas curriculares, ni sabe armar un psicopedagógico (repito, un psicopedagógico, no un consultorio psicológico), ni es capaz de detectar ni corregir dificultades de aprendizaje, ni puede apoyar al docente en su quehacer cotidiano de aula porque no habla siquiera su mismo lenguaje (de allí que muchos psicólogos trabajen en los colegios "a puerta cerrada", sin que los docentes tengan ni idea de lo que hacen); 2) Tomando en cuenta el lamentable estado de la educación en nuestro país, el papel de un psicólogo escolar debería ser optimizar los procesos de aprendizaje y de desarrollo al interior de la escuela, dinamizándolos y haciéndolos más eficaces. Su rol no es el de evaluar y detectar patología (cosa que también podría hacer el psicólogo educacional, en todo caso, para derivar el caso luego si fuera necesario a un psicólogo clínico fuera de la escuela). Aunque los psicólogos clínicos se resisten a aceptar este rol, y argumentan que la clínica está cambiando hacia una orientación más positiva que enfatiza no la enfermedad sino la salud y que trabaja también con grupos y no solo con individuos, yo pienso que el "lente" con el que miran el mundo está orientado a la detección de problemáticas, lo que no es adecuado para un contexto educativo, menos aun si una institución escolar va a contar con un solo psicólogo, lo que hace inviable una aproximación meramente individual; 3) El mercado debe ser educado justamente en las diferencias entre las distintas especialidades, para que se rompa el estereotipo imperante que asocia al psicólogo a la especialidad de clínica. Lo que el mercado pide es para mí, en este sentido, parte del problema. Creo que esta problemática tiene raíces profundas que no discutiré aquí. Baste decir que la poca valoración que la sociedad le da a la educación en general le cobra su factura a la psicología educativa: los estudiantes no tienen interés en conocerla porque se percibe como fácil y poco especializada, lo que refuerza la creencia -ya existente de antemano- de que las herramientas de la clínica son suficientes para responder a cualquier tipo de situación (recordemos que hay clínicos que hacen selección de personal, para espanto de los psicólogos organizacionales), incluyendo obviamente el proceso educativo. Les ofrezco un par de ejemplos reales, que muestran las distorsiones a las que hago mención: 1) Una egresada de la especialidad de clínica desea hacer sus prácticas pre-profesionales en un nido. ¿Qué espera hacer allí? Terapia por el arte.... (Preguntas: ¿Todos los niños del nido tienen problemas y necesitan terapia? ¿Qué le aporta esto al docente? ¿La terapia es el instrumento que se debe aplicar, apriori, o se está confundiendo la terapia por el arte con la formación o el desarrollo de capacidades artísticas? ¿es el espacio educativo el lugar para desarrollar procesos terapéuticos? ¿Eso es lo que el nido, como institución, requiere del psicólogo?) 2) Un estudiante (estudiante, no egresado) de psicología clínica "asesora" a un nido desde hace un año. Cuando la problemática educativa lo desborda busca asesoría con un piscólogo educacional, quien descubre que en todo ese año el estudiante no ha tomado un solo apunte, no tiene registro de lo ocurrido, no ha hecho una sola observación de aula, ni ha hecho un análisis de necesidades que le permita identificar lo que la institución necesita de él (según afirmó, no sabía que tal análisis existía...) No quiero decir que los psicólogos de otras especialidades no puedan hacer nada en la escuela. Algo harán, como lo podría hacer cualquier otro profesional, pero no será lo que la escuela merece, necesita y demanda. La pregunta de fondo es: ¿porqué si lo educativo es despreciable como objeto de estudio -ya que la especialidad de educacional no les es atractiva como para formarse en ella-, no lo es cuando se trata de una oportunidad laboral? Lamentablemente creo que muchas personas no son conscientes de estas contradicciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario