noviembre 06, 2009

FOBIA A LOS EXÁMENES

Cómo revertir la fobia a los exámenes “No quiero presentarme”; “sabía todo y me quedé muda”, son algunas de las frases con las que adolescentes y adultos dan expresión a un trastorno que la psicología ha definido como “fobia a ser evaluado”. Con la finalización de los ciclos lectivos de colegios y universidades, los tiempos se acortan, el nerviosismo crece y la ansiedad arrecia. “El temor frente a un examen siempre existió. Pero ahora sabemos que si es muy severo y no se trata puede convertirse en un serio problema psicológico”, explica el doctor Juan Manuel Bulacio, director de la Fundación de Ciencias Cognitivas Aplicadas (Iccap) y jefe de la Sección de Ansiedad y Estrés del Hospital Francés. Según el psiquiatra, ese miedo “puede formar parte de una patología ansiosa (como el trastorno de ansiedad generalizada o la fobia social) o depresiva; ser independiente de ella, como un trastorno de aprendizaje, o constituir un cuadro específico denominado «fobia a los exámenes»”. Estas distinciones obligan a buscar señales tempranas del trastorno sin confundirlo con otros. "Esto es crucial -asegura Bulacio-, porque lamentablemente, los adolescentes casi no llegan a la consulta: van a profesores particulares. Los padres nos convocan cuando el chico ya repitió de año o se descompone antes de un examen y no lo da; es decir, cuando ya hay una evitación constante de la situación fobígena." Pero no rendir un examen no es la única forma de escapar de la sensación de ser evaluados que tienen estos sujetos. Bulacio explica que "una modalidad de escape muy habitual es no estudiar nada: al no tener ninguna expectativa, no hay ansiedad". Otra forma que adopta esta fobia es la de la inhibición. Es el caso del chico que "se sabe todo, pero cuando llega al examen, la ansiedad lo arrasa, se bloquea y no puede responder nada", refiere el especialista. La licenciada Laura Coccia, secretaria de la comisión directiva de la Asociación Ayuda para el Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad, explica que los dos signos de alerta que deben motivar a los padres a una consulta son por un lado, "la evitación: "corre la fecha" del examen, se enferma ese día, etcétera, y por otro, cuando sí va a rendir, pero la mente se le queda en blanco y le va mal". La mirada de los otros Contra lo que se supone, no todos los que padecen fobia a los exámenes son tímidos. "El tímido en general siente la amenaza en relación a sus pares -explica el doctor Bulacio-. En cambio, en la fobia a los exámenes el temor es a ser evaluado por la autoridad. Pero muchos tímidos tienen muy buena performance académica." Tampoco es siempre cierto que "se ponen nerviosos, porque no saben", porque "la ansiedad proviene de la percepción subjetiva de lo que saben, que siempre es negativa". En esta fobia el miedo es mayor en los exámenes orales, sobre todo en los casos de ansiedad social, en los que el temor a hablar en público suele ser la continuación adulta de esta fobia. Pero "en los pacientes obsesivos - refiere la licenciada Coccia- el bloqueo se da con los tests tipo múltiple choice, que se desesperan al no poder decidir entre respuestas muy similares". Quienes padecen esta fobia tienen características comunes: altas exigencias con respecto a sus estándares personales, perfeccionismo, preocupación desmedida por los errores y gran vulnerabilidad a las críticas. Como bajo este trastorno se ocultan déficits de autoestima, Bulacio recomienda a los padres que fomenten en sus hijos el la confianza, la percepción de la eficacia de sus acciones y el juicio crítico. "Esto no sucede -estima el psiquiatra- si un padre refuta o descalifica las opiniones de su hijo. Nuestras opiniones son para ellos mucho más valiosas que lo que creemos." Por su parte, la licenciada Coccia asegura que los padres deben "desdramatizar la situación de estudio, no estarles encima, pero sí organizarles el horario y la forma de estudiar para que estudien sólo cuando están concentrados". Recursos personales En el Iccap, este trastorno se aborda en programas de ocho encuentros, en los que se trabaja la valoración de la situación, el desarrollo de recursos personales como la oratoria. "La idea es que salgan de la autoobservación que los paraliza, porque siempre es negativa, y se concentren en el estímulo externo: el objeto de estudio." También se identifican las situaciones que provocan respuestas neurovegetativas (sudoración, taquicardia), se las imagina, se las reproduce y se las controla con técnicas de relajación y respiración, entre otras. En la Asociación Ayuda para el Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad (con un enfoque también cognitivo conductual), Coccia utiliza las sesiones individuales para reconstruir la idea del significado del examen, las creencias erróneas acerca de cometer errores y se realizan diferentes tareas. "Por ejemplo -explica la psicóloga-, hacemos que preparen parte de lo que tienen que estudiar, y cuando lo aprendieron viene un terapeuta que hace de docente y les toma el examen." El trastorno puede revertirse -a veces, con ansiolíticos en una primera etapa- en un plazo que va de los seis meses a los dos años.

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